Allí, a la espera del ataque, en largas horas quietas, mientras sobaba el tiento apretando entre dientes la hilacha musical de un estilo, se hizo el soldado criollo que más tarde incorporado a las fuezas de la patria, trenzó como un maestro el lazo heroico con que pialó la libertad de América.
Allí, sobre el desierto, ardió el patrio fogón que fué como la lámpara votiva de nuestra nacionalidad. No lo aventó el pampero ni lo apagó el chubasco, ni lo cubrió la helada. Al tíbio resplandor de sus tizones se calentó el coraje y la esperanza de un destino mejor. Junto a sus brasas la rueda simple de milicos bisoñes oyó a los veteranos carraspear aventuras heróicas, en esa gesta bárbara de dominar la pampa.
Y al ponerse as tardes, cuando el sol ya cansado pide pilcha a la sombra y se tapa, para pasar la noche, fué allí junto al rescoldo que rasgueó la guitarra el compás varonil de la cifra o acarició de arpegios la dulzura de una triste.
De allí salió la chispa que había de llevar la llama de la patria a todos los fogones de la América gaucha.
Libro LOBOS Provincia de Buenos Aires, del Instituto Agrario Argentino, Año I, Jornadas Radiotelefónicas, 1939
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